El cambio climático y la reducción de emisiones son temas prioritarios en la agenda de la industria ferroviaria. A medida que las empresas continúan buscando opciones de combustible más sostenibles, exploramos el potencial del hidrógeno como combustible para trenes.
Con 2021 como Año Europeo del Ferrocarril, todos los ojos están puestos en la industria cuando se trata de innovación, iniciativas de sostenibilidad y nuevas tecnologías.
El ferrocarril ha sido reconocido como uno de los modos de transporte más limpios y ecológicos. Los datos de la Oficina de Ferrocarriles y Carreteras, publicados en su informe Rail Emissions 2019-2020 , muestran que, para los trenes de pasajeros, el uso de diésel aumentó un 1,5% en comparación con 2018-2019, pero las emisiones de CO2 resultantes para los trenes de pasajeros se han reducido a 35,1 g CO2 por pasajero/km. Este es el nivel más bajo registrado desde que comenzó la serie de datos comparativos en 2011-2012.
Aunque el ferrocarril tiene un impacto medioambiental menos dañino que muchos otros modos de transporte, la industria se esfuerza constantemente por encontrar combustibles alternativos que puedan ayudar a reducir su impacto medioambiental.
Algunas empresas han optado por motores de batería como alternativa más limpia, mientras que otras están recurriendo al hidrógeno para alimentar sus trenes.
¿Cómo se produce el Hidrogeno?
El combustible de hidrógeno se puede producir mediante varios métodos. Los métodos más utilizados hoy en día son el reformado de gas natural (un proceso térmico) y la electrólisis del agua, que hace que la electricidad fluya a través del agua para separar los átomos de hidrógeno y oxígeno. La electricidad utilizada puede ser generada por fuentes eólicas, solares e hidroeléctricas.
El primer tren de hidrógeno del mundo
El primer tren de pasajeros del mundo impulsado por pila de combustible de hidrógeno fue producido por Alstom. Llamado ‘Coradia iLint’, este tren de cero emisiones también emite bajos niveles de ruido debido a que el escape es solo vapor y agua condensada.
El tren se exhibió por primera vez en 2016 en InnoTrans en Berlín y entró en servicio comercial en Alemania en 2018. Tras las exitosas operaciones en Alemania, Alstom recibió varios pedidos de sus locomotoras de hidrógeno de Italia, Francia y Austria.
Su autonomía oscila entre los 800 y los 1000 kilómetros, lo que permite ofrecer una conexión regional. En Francia, está previsto que en los próximos dos años se prueben otros 14, con la intención de que todos ellos estén operativos para el año de 2025.
Así lo aseguró el propio Ministro de Transportes de Francia, Jean-Baptiste Djebbari, uno de los afortunados en participar en este pequeño viaje hacia el futuro.
En un comunicado de prensa, Jörg Nikutta, director gerente de Alstom Transport Deutschland para Alemania y Austria, comentó:
“Nuestros dos trenes pre-serie de Coradia iLint han demostrado durante el último año y medio que la tecnología de pila de combustible se puede utilizar con éxito en el día a día en el servicio de pasajeros.”
Para el funcionamiento de los sistemas a bordo se suministra la electricidad necesaria a través de una pila de combustible, que genera energía combinando el hidrógeno almacenado en el techo del tren con el oxígeno del aire.
El Coradia iLint puede transportar hasta 150 pasajeros sentados y 150 pasajeros de pie y puede alcanzar una velocidad máxima de 140 km / h.
¿Por qué hidrógeno?
El uso de hidrógeno como combustible ferroviario alternativo trae muchos beneficios potenciales, el más notable es que es una fuente de energía limpia que apoya estrategias de cero carbono. La tecnología de pila de combustible de hidrógeno también proporciona una producción de energía más potente y eficiente en comparación con los combustibles fósiles.
Además del hidrógeno, muchas empresas ferroviarias también han estado explorando el uso de la energía de la batería para impulsar los trenes a través de electricidad renovable. Sin embargo, esta tecnología viene con algunos contratiempos, ya que las baterías actualmente no pueden almacenar tanta energía como se requiere para impulsar un tren.
Las naciones europeas ya están invirtiendo dinero en subsidios para empresas que desarrollan tecnología de baterías e hidrógeno para vehículos. Esto también podría extenderse a la industria ferroviaria para reemplazar los motores de trenes diésel.