Todas las pacientes del estudio se sometieron a una cirugía de cinco a ocho años atrás por haber nacido con una deformación congénita llamada síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), que afecta a entre uno de cada 1500 y una en 4000 las mujeres lactantes, una rara condición genética en la cual la vagina y el útero están subdesarrollados o ausentes.
Las vaginas crecidas en laboratorio fueron hechas con las células propias de las pacientes. Para construir las vaginas personalizadas, los investigadores tomaron una pequeña muestra de tejido de la vulva, menos de la mitad del tamaño de un sello de correos, de cada paciente, lo que permitió a las células multiplicarse en platos de laboratorio.
Hacen una estructura base con un material biodegradable.
A un lado de la estructura la cubren con células epiteliales.
Meten la estructura a una incubadora.
Agregan células de músculo liso.
Al otro lado de la estructura.
Le dan forma de una vagina a la estructura.
El proceso total desde que toman la muestra del tejido toma un tiempo de seis semanas.
Las niñas tenían entre 13 y 18 años de edad en el momento de sus cirugías. Los investigadores siguieron a los pacientes cada año durante cinco a ocho años, y se examinan los órganos mediante radiografías y biopsias para revisar su estructura. Los pacientes también informaron sobre la funcionalidad de los órganos, incluida la función sexual.