Es muy probable que en alguna ocasión de tu vida hayas experimentado esa sensación de hormigueo o agujas clavándose en la piel cuando mantienes una extremidad en una posición no natural o en su defecto, presionada con algún objeto.
Para pode entender lo que sucede debemos de recordar que nuestro cuerpo posee nervios a través de él, que actúan como una línea de comunicación entre el cuerpo y el cerebro, su función: procesar diferente información como lo es el movimiento, respiración, relajación muscular, sensibilidad, etc.
Con una extremidad “dormida”, tus nervios se descontrolan un poco porque la presión prolongada corta la comunicación entre esa extremidad y el cerebro. (La sensación de hormigueo se denomina técnicamente parestesia).
Al comprimir los nervios empieza a disminuir la capacidad de enviar información al cerebro y el suministro de sangre a los nervios también se ve afectado esto evita que el oxigeno y otros nutrientes puedan continuar su transcurso natural.
Cuando el cerebro interpreta esta falta de información que no se transmite normalmente, comienza a malinterpretar la información que recibe y genera una serie de sensaciones, como calor, entumecimiento y el hormigueo.
Cuando una extremidad se duerme, generalmente tratamos de “despertarla” cambiando de posición. La sangre fluye de regreso a la extremidad, dando un pequeño impulso a los nervios que fallan y haciendo que el hormigueo parezca peor, pero eventualmente las señales nerviosas comienzan a fluir correctamente nuevamente. La sensación de alfileres y agujas es molesta durante unos minutos, pero es un pequeño y agradable aviso para que aliviemos la presión en una extremidad, porque el mantener mucho tiempo un miembro presionado podría generar daños permanentes en los nervios.