Adéntrate en el mundo de la fantasía e imagina un universo donde se forman piedras o cristales especiales sobre cadáveres antiguos. Suena como algo sacado de un cuento de hadas, ¿pero y si te dijera que hay cristales necrófilos reales en el mundo? ¡Sí, lo has oído bien! En nuestra realidad yace el fascinante y misterioso mineral conocido como vivianita, que puede crecer sobre los cadáveres.

¿Qué es la vivianita?
La vivianita es un mineral que se compone de hierro, fosfato y agua (Fe3(PO4)2−(H2O)8) este cristal es conocido por su hermosa y vívida estructura.
Se ha encontrado creciendo en materiales orgánicos como conchas fósiles, depósitos de residuos animales e incluso en cuerpos en descomposición. Se desarrolla en depósitos sedimentarios ricos en hierro que contienen huesos, madera podrida y otros restos orgánicos, especialmente en arcilla y arenisca. También se puede encontrar en depósitos de reemplazo hidrotermal y en pegmatitas de granito ricas en fosfato, un tipo de roca ígnea caracterizada por una textura gruesa y cristales entrelazados.
La vivianita tiene una apariencia cristalina y puede ser de color azul, verde o pardo. Es un mineral blando, con una dureza de 1.5 a 2.5 en la escala de Mohs. Es insoluble en agua y ácidos diluidos, pero se disuelve en ácidos fuertes.
Cuando se expone al aire, la vivianita se oxida y se vuelve parda o amarilla, y puede convertirse en goethita, otro mineral de hierro.
¿Por qué se forma vivianita en los cadáveres?
Bueno, la clave aquí es la interacción entre el hierro, el agua y el fosfato. Nuestros cuerpos contienen mucho fosfato, especialmente en nuestros dientes y huesos, que se libera al ambiente circundante cuando empezamos a descomponernos. En condiciones raras, donde el área circundante contiene agua y hierro, el fosfato puede reaccionar y formar el mineral vivianita.
Además la vivianita es un mineral que se forma en ambientes donde hay deficiencia de oxígeno.
En la mayoría de los casos, se ha observado vivianita en cuerpos que han sido enterrados durante varios siglos donde se ha formado en los huesos y dientes. También hay ejemplos mucho más antiguos donde se ha encontrado en colmillos de mamuts y huesos de otros animales que tienen varios miles de años de antigüedad, pero hay algunos casos donde se ha identificado en cuerpos humanos más recientes.
En la década de 1960, los arqueólogos descubrieron varios cuerpos en el lago Walchen, Alemania, que estaban parcialmente esqueletizados y cubiertos de cera grasa o adipocera, un producto de la descomposición que convierte la grasa corporal en una sustancia similar al jabón. Uno de los cuerpos tenía una placa de hierro fijada a él que había formado vivianita entre ella y la cera grasa. Un análisis de la ropa del cuerpo indicó que probablemente había estado en el agua durante entre 30 y 50 años y que los cristales solo podían haberse formado en un período tan corto porque la placa de hierro había liberado suficientes iones de hierro II a medida que se corroía, lo que permitió que la vivianita creciera en las partes ricas en fosfato del cuerpo.

En 1998, un equipo de investigadores descubrió vivianita en los restos de un soldado estadounidense que había sido reportado como desaparecido en acción en Vietnam desde 1963 después de que su avión B-26B desapareciera. Al analizar el mineral, los investigadores concluyeron que el cuerpo probablemente había sido enterrado en suelo húmedo junto con partes del avión, lo que permitió que la vivianita creciera.

También se ha encontrado vivianita en el cuerpo, dentro y fuera de la piel y en el tejido pulmonar, de “Ötzi”, el hombre de hielo de 5,300 años de antigüedad descubierto por un turista alemán en los Alpes tiroleses de Ötztal en 1991. Se cree que el cristal se formó en el cuerpo en los puntos donde tuvo contacto con rocas que contenían hierro.
De manera similar, en 1996 se descubrió otro cuerpo de adipocera cubierto de vivianita en una bahía del lago Brienz en Suiza y se cree que pertenece a un hombre que se ahogó allí en algún momento de la década de 1700.

La vivianita fue nombrada en 1817 en honor a John Henry Vivian, un mineralogista inglés que descubrió por primera vez el mineral en Cornualles, Inglaterra.