Con solo 700 kilómetros cuadrados, pero hogar de más de 5.7 millones de personas, es el segundo país más densamente poblado del planeta, solo detrás de Mónaco, que tiene apenas 40,000 ciudadanos en comparación.
Pero Singapur no es una jungla de cemento, ni mucho menos de hecho. En cambio, la ciudad-estado es una lección extraordinaria para el resto del mundo sobre cómo combinar a la perfección la vida urbana con la naturaleza.
De la urbanización descontrolada a la rápida reconversión
Desde que fue colonizada por primera vez por los británicos en 1819 y se fundó formalmente Singapur, se ha limpiado más del 95 por ciento de la vegetación de la isla. La velocidad a la que creció el estado, tanto en términos de infraestructura como de población, fue tan rápida que perdió su flora y fauna a un ritmo diferente al de cualquier otra nación.
Con el 90 por ciento de sus bosques, el 67 por ciento de sus especies de aves nativas y el 40 por ciento de sus mamíferos todos perdidos por el rápido crecimiento de la ciudad, quedó claro que el nivel de industrialización ya no era sostenible.
En 1967, dos años después de que Singapur se independizara, se lanzaron planes para transformar la nación en una ‘ciudad jardín’, designando tierras para convertirlas en reservas naturales.
Pero los espacios verdes no fueron el único problema al que se enfrentó la ciudad. La contaminación del aire se estaba convirtiendo en un problema creciente, hasta el punto que en 1996 el país tenía uno de los niveles de emisiones más altos del planeta.
A principios de la década de 1990, se creó el Plan Verde de Singapur (SGP) y, diez años más tarde, en 2002, se restableció como el SGP 2012 . Se centró en tres áreas clave:
- Aire y cambio climático
- Agua y tierra limpia
- Naturaleza y salud pública
El objetivo era corregir los problemas que enfrentaba Singapur en 2012 mediante actividades de divulgación educativa, campañas de concienciación y cambios en la infraestructura.
Una gran parte de este plan tenía que ver con la recuperación de espacios verdes y la búsqueda de formas innovadoras de revitalizar la ciudad, que es la razón por la que Singapur se ha convertido en una ciudad “biofílica”.