Una de las primeras cosas que aprendes en la escuela sobre la evolución, es que el cuerpo humano tiene una serie de partes “vestigiales” (apéndice, dientes del juicio, coxis) que gradualmente dejaron de ser útiles cuando nos adaptamos a estilos de vida más avanzados que los de nuestros primitivos antepasados.
Pero el apéndice humano podría ser algo más, según un nuevo estudio aparentemente tiene una importante función biológica. Los investigadores de la Universidad de Midwestern rastrearon la aparición, desaparición y reemergencia del apéndice en varios linajes de mamíferos durante los últimos 11 millones de años, para determinar cuántas veces fue eliminado y vuelto a reincorporar debido a las presiones evolutivas. Encontraron que el órgano ha evolucionado entre 29 y 41 veces a través de la evolución mamífera, y se ha perdido como máximo 12 veces.
“Esta fuerte evidencia estadística de que la aparición del apéndice es significativamente más probable que su pérdida sugiere un valor selectivo para esta estructura”, informa el equipo. “Así, podemos rechazar con confianza la hipótesis de que el apéndice es una estructura vestigial con poco valor adaptativo o función entre los mamíferos”.
Si el apéndice ha estado haciendo reapariciones múltiples en seres humanos y otros mamíferos a través de millones de años, entonces ¿para qué es bueno?
La sabiduría convencional afirma que el apéndice humano es el remanente encogido de un órgano que una vez desempeñó un papel importante en un ancestro remoto de los seres humanos hace millones de años.
Desde hace años, los investigadores han estado buscando una posible función del apéndice humano, y la principal hipótesis es que es un refugio para las bacterias intestinales “buenas” que nos ayudan a mantener al margen ciertas infecciones.
Una de las mejores pruebas que hemos asociado a esta sugerencia es un estudio del 2012, que encontró que los individuos sin un apéndice tenían cuatro veces más probabilidades de tener una recurrencia de colitis por Clostridium difficile, una infección bacteriana que causa diarrea, fiebre, náuseas , y dolor abdominal.
Como explica Scientific American, la recurrencia en individuos con su apéndice intacto ocurrió en el 11% de los casos reportados en el Winthrop-University Hospital de Nueva York, mientras que la recurrencia en individuos sin su apéndice ocurrió en el 48% de los casos.
Ahora el equipo de la Universidad del Medio Oeste ha adoptado un enfoque diferente para llegar a la misma conclusión.
Primero, recopilaron datos sobre la presencia o ausencia del apéndice y otros rasgos gastrointestinales y ambientales en 533 especies de mamíferos durante los últimos 11.244 millones de años. En cada árbol genético de estos diversos linajes, rastrearon cómo el apéndice evolucionó a través de años, y encontraron que una vez que el órgano apareció, casi nunca se perdió.
“El apéndice ha evolucionado independientemente en varios linajes de mamíferos, en más de 30 épocas separadas, y casi nunca desaparece de un linaje una vez que ha aparecido”, explica el equipo. “Esto sugiere que el apéndice probablemente sirve a un propósito adaptativo”.
A continuación, los investigadores consideraron diversos factores ecológicos, las conductas sociales de la especie, la dieta, el hábitat y el clima local, para determinar qué podría ser ese “propósito adaptativo”.
Ellos encontraron que las especies que habían retenido o recuperado un apéndice tenían mayores concentraciones promedio de tejido linfoide en el ciego, una pequeña bolsa conectada a la unión del intestino delgado y del intestino grueso.
Esto sugiere que el apéndice podría desempeñar un papel importante en el sistema inmunológico de una especie, en particular porque se sabe que el tejido linfático estimula el crecimiento de ciertos tipos de bacterias intestinales beneficiosas.
“Aunque estos vínculos entre el apéndice y los factores cecales se han sugerido antes, esta es la primera vez que se han validado estadísticamente”, concluye el equipo en su artículo. “La asociación entre la presencia del apéndice y el tejido linfoide apoya la hipótesis inmune de la evolución del apéndice”.
El estudio está lejos de ser concluyente, pero ofrece una perspectiva diferente sobre la hipótesis de que los seres humanos han estado manteniendo el apéndice todo este tiempo para apoyar al sistema inmune.
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