
En la década de 1930, el psicólogo Winthrop N. Kellogg llevó a cabo un experimento controvertido en el que adoptó a una hembra de chimpancé de dos meses de edad llamada Gua y la crio en su hogar de la misma manera que lo hacía con su propio hijo Donald, quien tenía menos de un año en ese entonces.
Su idea era observar si el primate podía adoptar comportamientos humanos, como erguirse o comunicarse, pero el resultado fue diferente al esperado.
El criado de Gua y Donald

Kellogg, un profesor de la Universidad de Columbia especializado en procesos de condicionamiento, aprendizaje y comportamiento humano, tenía como objetivo investigar las diferencias entre animales y humanos en términos de aprendizaje y comportamiento.
Este estudio se centró en diversos aspectos, como la memoria, la capacidad para dibujar, la vocalización o el lenguaje, la destreza manual, la locomoción, la resolución de problemas, las reacciones de miedo y temor, la obediencia, entre otros.
La chimpancé Gua convivió con Donald durante nueve meses y, sorprendentemente, llegó a “humanizarse” al aprender más rápido y eficazmente que el hijo del psicólogo. Gua acataba órdenes, daba besos a otras personas, aprendió a alimentarse por sí misma como los humanos y hasta asearse sola.
Por otro lado, Donald desarrolló comportamientos propios de un chimpancé, como probar todo con la boca y emitir aullidos y gruñidos. Además, experimentó un notable retraso en el desarrollo del lenguaje y dificultades de comunicación.
El fin del experimento

Después de nueve meses, Kellogg puso fin al experimento y Gua fue devuelta al zoológico de donde la habían tomado. Sin embargo, no pudo adaptarse y falleció al año siguiente. Por su parte, Donald, que tenía 19 meses al concluir el estudio, apenas emitía un número limitado de palabras. Sin embargo, con el tiempo, mejoró sus habilidades de comunicación y, en su vida adulta, incluso estudió en la universidad.
Los resultados de esta investigación se publicaron en “The ape and the child” en 1931, donde Kellogg describió las actividades y juegos de aprendizaje que realizó con Gua y Donald, así como los efectos que tuvieron.
Esta obra recibió críticas severas, acusando al especialista de someter a su hijo y al animal a un programa que podría haber dejado secuelas de por vida en ambos. A pesar de las críticas, Kellogg aseguró que su estudio fue un éxito.