Las noches más calurosas están intensificando un trastorno del sueño que ya afecta a mil millones de personas en el mundo: la apnea obstructiva del sueño (AOS). Un nuevo estudio de la Universidad de Flinders revela que el aumento de las temperaturas nocturnas está directamente relacionado con un incremento en la gravedad de la AOS, lo que podría duplicar su impacto mundial hacia finales de siglo si no se actúa contra el cambio climático.

Cuando el calor interrumpe la respiración
La AOS ocurre cuando los tejidos de la garganta colapsan durante el sueño, bloqueando la respiración repetidamente. Esto provoca ronquidos, microdespertares y caídas en los niveles de oxígeno. Se asocia con enfermedades cardíacas, hipertensión, deterioro cognitivo y accidentes.
En el estudio, liderado por Bastien Lechat, se analizaron más de 58 millones de noches de sueño gracias a sensores certificados colocados bajo el colchón de 116.000 personas en 29 países. Al cruzar esos datos con modelos climáticos de alta resolución, los investigadores encontraron que las temperaturas más altas aumentaban un 45 % la probabilidad de experimentar apnea en una noche determinada.
El hallazgo confirma que el cambio climático no solo afecta al planeta: también impacta directamente en funciones vitales como el descanso.
Sueño, desigualdad y salud pública
El impacto del calor nocturno varía según el acceso a sistemas de refrigeración. En regiones con menos uso de aire acondicionado, como algunos países europeos, el aumento de la AOS fue más pronunciado. Esto evidencia que el poder adquisitivo y las condiciones habitacionales son factores determinantes para la calidad del sueño en un planeta más cálido.
Según el modelo de salud del equipo, solo en 2023 el calentamiento global generó 800.000 años de vida saludable perdidos por la agravación de la AOS, una carga similar a la de enfermedades como el Parkinson. En términos económicos, esto se tradujo en pérdidas por 98.000 millones de dólares, combinando daños al bienestar y la productividad. Estas cifras no reflejan la carga total del trastorno, sino únicamente el daño adicional atribuido al cambio climático. En regiones aún más vulnerables —como África, el sur de Asia o partes de América Latina— el impacto real podría ser incluso mayor, aunque actualmente están subrepresentadas en los datos.
Aunque frenar el cambio climático es clave, los expertos insisten en que hay acciones urgentes que pueden tomarse desde la medicina y la infraestructura. Diagnosticar más casos de AOS, ampliar el acceso a tratamientos como las máquinas CPAP o los dispositivos orales, e invertir en estrategias de enfriamiento accesibles son pasos concretos para mitigar el impacto.
El próximo reto para el equipo de investigación será diseñar intervenciones que reduzcan el efecto del calor sobre la gravedad de la apnea. Mientras tanto, su mensaje es claro: las noches más calurosas no son solo incómodas, sino que comprometen la salud y la productividad de millones de personas. En este contexto, el clima, el sueño y la equidad deben abordarse como partes de una misma conversación urgente.
Referencia:
- Global warming may increase the burden of obstructive sleep apnea. Link.
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