Una revisión publicada en el Journal of Sexual Medicine elucidó la compleja relación entre el sueño y la disfunción sexual, demostrando que los trastornos del sueño y la mala calidad del sueño podrían aumentar el riesgo de desarrollar disfunción sexual.

La revisión de 43 estudios brinda evidencia convincente para la hipótesis de que la calidad y la duración del sueño, así como los trastornos del sueño, son predictores significativos de disfunción sexual tanto en hombres como en mujeres.
La importancia del sueño para la salud humana está bien establecida. Desempeña un papel integral en la función metabólica, la secreción de hormonas y la respuesta inflamatoria del cuerpo. Sin embargo, su impacto en la salud sexual ha sido, hasta hace poco, algo pasado por alto. El meta-análisis del equipo, una técnica estadística robusta que amalgama los hallazgos de múltiples estudios independientes, ha abordado esta brecha en el conocimiento, sacando a la luz la compleja interacción entre nuestros hábitos nocturnos y el bienestar sexual.
Una de las revelaciones más impactantes del estudio es la conexión entre la apnea obstructiva del sueño, un trastorno del sueño común caracterizado por interrupciones breves y repetidas de la respiración durante el sueño, y la disfunción sexual. Particularmente en individuos envejecientes o con obesidad, la apnea del sueño podría alterar el eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, una vía central en el sistema endocrino. Esta alteración podría llevar a una reducción en los niveles de testosterona y hormona luteinizante, factores conocidos por contribuir a la disfunción eréctil grave en hombres.
El Dr. Diliyaer Dilixiati, uno de los autores principales del estudio, capturó elocuentemente la esencia de sus hallazgos: “El sueño no es meramente un estado de descanso. Es un proceso fisiológico complejo que puede tener profundos efectos en nuestro bienestar sexual.”
En los hombres, no dormir lo suficiente y tener alteraciones en sus patrones de sueño, especialmente una reducción del sueño de movimiento rápido de los ojos (REM), puede afectar sus niveles normales de andrógenos y causar daño en los nervios periféricos de sus órganos sexuales.
Para las mujeres, el trastorno del sueño más prevalente identificado fue el insomnio. Puede causar fluctuaciones hormonales, especialmente durante fases importantes de la vida como el embarazo y la menopausia, que impactan directamente en el bienestar psicológico e indirectamente contribuyen a problemas de salud sexual, como la disminución de la libido y la dispareunia.
Interesantemente, el estudio también encontró que los hombres que experimentan insomnio en la segunda mitad de la noche podrían despertarse con niveles más bajos de testosterona. De manera similar, la privación del sueño causada por una deficiencia en andrógenos también se cree que juega un papel significativo en la disfunción sexual femenina.
Los investigadores también descubrieron un vínculo potencial entre el síndrome de piernas inquietas y la disfunción sexual. Los mecanismos exactos de esta asociación permanecen elusivos, pero la evidencia preliminar sugiere que puede relacionarse con la función alterada de la dopamina en el sistema nervioso central.
El Dr. Mulati Rexiati, otro autor, reiteró la necesidad de más investigación: “Nuestra comprensión de la relación entre el sueño y la salud sexual todavía está evolucionando. Hay mucho trabajo por hacer, particularmente en la comprensión de la disfunción sexual femenina.”
A pesar de los perspicaces conocimientos del estudio, es crucial considerar sus limitaciones. Todavía hay una relativa escasez de investigación sobre la disfunción sexual femenina y se necesitan estudios más amplios para desentrañar los efectos de los trastornos del sueño específicos en la disfunción sexual.
Estos hallazgos sirven como una llamada de atención para la comunidad médica. Los médicos que trabajan en clínicas de salud sexual deben considerar la incorporación de herramientas de detección de trastornos del sueño en sus evaluaciones. Como sugiere este estudio, abordar las interrupciones del sueño podría desempeñar un papel fundamental en la promoción del bienestar sexual.