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Tardígrados caminan de forma similar a diversos insectos más grandes.

Un equipo de científicos analizó la forma de andar de los tardígrados (osos de agua), y los resultados indican que caminan de forma muy parecida a la de algunos insectos 500.000 veces más grandes.

La forma en que se desplazan los tardígrados  de tan solo 0,02 pulgadas (con un andar desgarbado) ha hecho que los investigadores se planteen el por qué evolucionaron para caminar de esa manera.

 

El llamado “oso de agua” utiliza sus 8 patas regordetas para impulsarse de forma peculiar a través de los diversos entornos, como por ejemplo  sedimentos marinos y de agua dulce, o en las dunas del desierto etc, inclusive por debajo del suelo.

En un reciente estudio publicado en PNAS, se dió a conocer el análisis sobre la forma de andar de los tardígrados, los resultados obtenidos indican que tienen una forma similar a la manera en que suelen desplazarse los insectos hasta 500.000 veces más grandes.

El descubrimiento implica la existencia de un ancestro común o de una ventaja evolutiva que explica por qué una de las criaturas más diminutas evolucionó para caminar como los insectos más grandes y de cuerpo duro.

Jasmine Nirody, miembro del Centro de Estudios de Física y Biología de Rockefeller, señala:

“Los tardígrados tienen una forma robusta y clara de moverse, no son esas cosas torpes que van dando tumbos por el desierto o la hojarasca.
Las similitudes entre su estrategia de locomoción y la de insectos y artrópodos mucho más grandes abre varias cuestiones evolutivas muy interesantes”.

El equipo de investigación y Nirody, determinaron primero cómo caminan y corren los osos de agua:

“Si se observa a los tardígrados bajo un microscopio de luz durante el tiempo suficiente, se puede captar una amplia gama de comportamientos.
No les obligamos a hacer nada, a veces estaban muy tranquilos y solo querían pasearse por el sustrato, otras veces, veían algo que les gustaba y corrían hacia ello”.

Nirody descubrió que, en su estado más pausado, los osos de agua recorren medio cuerpo por segundo. A toda velocidad, sus zancadas les permitían recorrer dos longitudes corporales en el mismo tiempo. Pero la sorpresa llegó cuando observó cómo los pies de un oso acuático entran en contacto con el suelo al tomar impulso.

A diferencia de los vertebrados, que tienen una marcha distinta para cada velocidad -imagínese los cascos de un caballo cuando pasa de caminar a galopar-, los tardígrados corren más bien como los insectos, correteando a velocidades cada vez mayores sin cambiar nunca sus patrones básicos de pisada.

Nirody, agrega:
“Cuando los vertebrados pasan de caminar a correr, hay una discontinuidad. Con los artrópodos, todos los patrones de pisada existen a lo largo del mismo continuo”.

La pregunta que surge es:
¿Por qué los tardígrados comparten una estrategia de locomoción con insectos mucho más grandes y de cuerpo duro?

Una posible explicación es que los tardígrados, que durante mucho tiempo se ha supuesto que no encajan en ninguna taxonomía existente, pueden compartir ancestros comunes -e incluso un circuito neuronal común- con insectos como las moscas de la fruta, las hormigas y otras criaturas segmentadas que se desplazan.

De hecho, algunos científicos abogan por clasificar a los tardígrados dentro del propuesto de los panartrópodos, un grupo que asignaría un espacio común a insectos, crustáceos, gusanos de terciopelo y osos acuáticos.

Otra posibilidad es que no exista una conexión ancestral entre los tardígrados y los artrópodos, sino que los grupos de organismos no relacionados entre sí hayan llegado de forma independiente a las mismas estrategias de caminar y correr porque eran evolutivamente ventajosas. Tal vez la mejor manera de navegar por un terreno imprevisible con un cuerpo microscópico sea andar como un oso de agua.

Ambas posibilidades le fascinan de igual forma a Nirody:
“Si existe algún sistema neural ancestral que controle toda la marcha de los panartrópodos, tenemos mucho que aprender. Por otro lado, si los artrópodos y los tardígrados convergieron en esta estrategia de forma independiente, entonces hay mucho que decir sobre lo que hace que esta estrategia sea tan apetecible para las especies en diferentes entornos”.

Más allá de las implicaciones para la biología evolutiva y el estudio de la locomoción animal, los hallazgos pueden tener ramificaciones para los florecientes campos de la robótica blanda y a microescala.
Al estudiar cómo evolucionaron los animales pequeños para desplazarse por entornos difíciles, los científicos podrían diseñar robots que puedan introducirse con mayor eficacia en espacios reducidos o funcionar a microescala.

Nirody finaliza:
“No sabemos mucho sobre lo que ocurre en los extremos de la locomoción: cómo hacer un caminante pequeño y eficiente, o cómo deberían moverse las cosas de cuerpo blando.
Los tardígrados son una importante puerta de entrada a la locomoción a microescala de cuerpos blandos”.

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