Cuando estamos felices, sonreímos. Las comisuras de nuestra boca se mueven hacia afuera y hacia arriba, nuestras mejillas se levantan y la piel alrededor de nuestros ojos se arruga. ¿Pero funciona al revés? ¿Poner nuestros músculos en una sonrisa puede mejorar nuestro estado de ánimo?

Esta pregunta ha sido parte de un debate de larga data entre los investigadores de psicología sobre si las expresiones faciales influyen en nuestra experiencia emocional, una idea conocida como la hipótesis de la retroalimentación facial. En un artículo reciente publicado, una colaboración internacional de investigadores dirigida por el científico investigador de Stanford Nicholas Coles encontró evidencia sólida de que las sonrisas posadas pueden, de hecho, hacernos más felices.
El efecto no es lo suficientemente fuerte como para superar algo como la depresión, dijo Coles, pero proporciona información útil sobre qué son las emociones y de dónde vienen.
Nicholas Coles, científico investigador de Stanford:
“Experimentamos emociones con tanta frecuencia que olvidamos maravillarnos de lo increíble que es esta habilidad. Pero sin emoción, no hay dolor ni placer, ni sufrimiento ni dicha, ni tragedia ni gloria en la condición humana. Esta investigación nos dice algo fundamentalmente importante sobre cómo funciona esta experiencia emocional”.
Los psicólogos aún no están seguros sobre los orígenes de esta parte central de la condición humana. Una teoría es que nuestra experiencia consciente de las emociones se basa en sensaciones en el cuerpo: la idea de que la sensación de un latido rápido del corazón proporciona algo de la sensación que describimos como miedo, por ejemplo. La retroalimentación facial a menudo se ha citado como evidencia de esta teoría, pero algunos experimentos recientes la han puesto en duda.
Antes de completar este proyecto, Coles se consideraba un tímido en el tema. Hubo una investigación fundamental de retroalimentación facial que sugería que los participantes encontraban más divertidos los cómics de The Far Side de Gary Larson cuando sostenían un bolígrafo o un lápiz entre los dientes sin dejar que sus labios lo tocaran (supuestamente activando los mismos músculos que una sonrisa). Pero en 2016, 17 laboratorios diferentes intentaron replicar estos resultados sin éxito, lo que puso en duda la hipótesis.
Cuando Coles realizó un metanálisis de estudios previos sobre el tema en 2019, que incluía una variedad de métodos diferentes, sus resultados parecían indicar que había al menos alguna evidencia que respaldaba la retroalimentación facial. Así que decidió tratar de resolver el asunto de una manera que convenciera tanto a los escépticos como a los creyentes. Organizó Many Smiles Collaboration, un grupo que incluía a personas de ambos lados del tema, así como a personas indecisas como Coles, y juntos idearon una metodología con la que todos quedaron satisfechos.
Nicholas Coles dijo:
“En lugar de sutilezas y debates en Twitter y artículos de revistas, lo que llevaría décadas y probablemente no sería tan productivo, dijimos: ‘Simplemente unámonos y diseñemos algo que complazca a ambas partes'”.
“Vamos a encontrar una manera en la que podamos convencer a los proponentes de que el efecto no es real, y potencialmente convencer a los críticos de que el efecto es real”.
Los investigadores crearon un plan que incluía tres conocidas técnicas destinadas a animar a los participantes a activar los músculos de la sonrisa. A un tercio de los participantes se les indicó que usaran el método de la pluma en la boca, a un tercio se les pidió que imitaran las expresiones faciales que se ven en las fotos de actores sonrientes y al tercio final se les dio instrucciones para mover las comisuras de sus labios hacia sus labios. orejas y levantan las mejillas usando sólo los músculos de la cara.
En cada grupo, la mitad de los participantes realizaron la tarea mientras miraban imágenes alegres de cachorros, gatitos, flores y fuegos artificiales, y la otra mitad simplemente vio una pantalla en blanco. También vieron estos mismos tipos de imágenes (o la falta de ellas) mientras se les indicaba que usaran una expresión facial neutral.
Para disfrazar el objetivo del ensayo, los investigadores combinaron varias otras tareas físicas pequeñas y pidieron a los participantes que resolvieran problemas matemáticos simples. Después de cada tarea, los participantes calificaron cuán felices se sentían.
La Colaboración Many Smiles recopiló datos de 3,878 participantes de 19 países. Después de analizar sus datos, los investigadores encontraron un aumento notable en la felicidad de los participantes que imitaban fotografías sonrientes o acercaban la boca a las orejas. Pero al igual que el grupo de 2016, no encontraron un cambio de humor fuerte en los participantes que usaban la técnica de la pluma en la boca.
Nicholas Coles dijo:
“El efecto no fue tan confiable con la condición de pluma en la boca”.
“No estamos seguros de por qué. Al iniciar el estudio, asumimos que las tres técnicas crearon la configuración muscular correcta para una expresión de felicidad. Pero encontramos alguna evidencia de que la condición de la pluma en la boca puede no estar creando una expresión que se parece mucho a una sonrisa”.
Por ejemplo, el acto de sostener el bolígrafo puede requerir una cierta cantidad de apretamiento de dientes que normalmente no está presente en una sonrisa genuina, lo que podría ser un factor de confusión. No obstante, la evidencia de las otras dos técnicas es clara y proporciona un argumento convincente de que las emociones humanas están de alguna manera vinculadas a los movimientos musculares u otras sensaciones físicas.
Nicholas Coles dijo:
“La extensión de una sonrisa puede hacer que las personas se sientan felices y el ceño fruncido puede hacer que las personas se sientan enojadas; por lo tanto, la experiencia consciente de la emoción debe basarse, al menos parcialmente, en las sensaciones corporales”.
“En los últimos años, la ciencia dio un paso atrás y unos pasos adelante. Pero ahora estamos más cerca que nunca de comprender una parte fundamental de la condición humana: la emoción”.