
Patty Hearst era una heredera multimillonaria y toda su vida había vivido con los lujos y el estatus. Sin embargo, su vida cambiaría cuando fue secuestrada por una organización terrorista y, meses después de su secuestro, se le vería formando partes de las filas de sus secuestradores.
Este se convirtió en el primer caso mediático en Estados Unidos y a nivel mundial de un fenómeno poco conocido para la época: el “síndrome de Estocolmo”.
El caso de Patty Hearst

A principios de 1974, Patricia Campbell Hearst, más conocida como Patty Hearst, era una figura conocida en los Estados Unidos por una razón: su estatus como nieta y heredera del fallecido William Randolph Hearst, el influyente magnate de los medios que inspiró la icónica película “Ciudadano Kane” de Orson Welles en 1941.
En ese momento, Patricia, de tan solo 19 años, disfrutaba de la vida típica de una heredera de una familia adinerada y se preparaba para celebrar su vigésimo cumpleaños el 20 de febrero. Sin embargo, su destino dio un giro inesperado el 4 de febrero de 1974, cuando una pareja armada irrumpió en su residencia en el campus de la Universidad de Berkeley, California, donde estudiaba Historia del Arte en su segundo año. La joven fue secuestrada a punta de pistola y escondida en la cajuela de un Chevrolet blanco robado.
Los secuestradores se identificaron como miembros del hasta entonces desconocido Ejército Simbionés de Liberación, un grupo guerrillero urbano con la misión de desafiar lo que ellos llamaban “la dictadura corporativa” encabezada por el presidente Richard Nixon. Afirmaron que secuestraron a Patricia Hearst debido a su conexión con “una familia de la clase dirigente superfascista” que supuestamente tenía un control oculto sobre los Estados Unidos.
Los secuestradores inicialmente exigieron la liberación de dos meimbros encarcelados en San Quintin, acusados de asesinato. Cuando el gobierno de Estados Unidos se negó, el grupo cambió sus demandas y solicitó que los Hearst invirtieran $2 millones en un programa de ayuda alimentaria para los necesitados en California. Sin embargo, la distribución de alimentos resultó caótica, con enfrentamientos por las bolsas de comida y saqueos por parte de quienes no las recibieron. Ante la negativa de la familia a gastar otros cuatro millones, las negociaciones se rompieron.
Uniéndose a sus secuestradores

Poco después, Patty Hearst fue escuchada en una grabación donde imploraba a su familia que cumpliera con las demandas de los secuestradores, temiendo por su vida. En sus memorias publicadas en 1981, revelaría que estuvo confinada en un armario durante 57 días.
El 3 de abril de 1974, antes de cumplirse dos meses desde su secuestro, una nueva grabación sorprendió al mundo. En esta ocasión, Patricia anunció que se unía al Ejército Simbionés de Liberación y adoptaba el nombre de guerra “Tania”, el mismo utilizado por Tamara Bunke, una guerrillera que sirvió con Che Guevara en Bolivia. Su mensaje culminó con la consigna en español: “Patria o muerte. Venceremos”.
El 13 de abril, miembros del grupo asaltaron una sucursal del Banco Hibernia en San Francisco, robando 20 mil dólares después de un tiroteo que dejó a dos clientes heridos. Sorprendentemente, las cámaras de seguridad registraron a Patty Hearst sosteniendo un fusil durante el asalto.
Poco después, una impactante fotografía, vestida con uniforme de combate y empuñando una ametralladora, se difundió ampliamente. A sus espaldas, ondeaba la bandera roja con una cobra negra de siete cabezas, el emblema del Ejército Simbionés de Liberación. Esta imagen se convirtió en portada de los principales medios estadounidenses y dio la vuelta al mundo.
En cuestión de meses, la joven millonaria pasó de ser una víctima de secuestro a una de las criminales más buscadas de Estados Unidos.
La captura

El 16 de mayo, Patty Hearst participó en un asalto a una tienda de artículos deportivos junto a sus compañeros, pero la operación terminó en un violento tiroteo. Con suerte, ella y otro miembro del grupo escaparon de la captura, mientras que la policía atacó y prendió fuego a uno de los apartamentos del grupo, resultando en la muerte de la mayoría de sus miembros.
En una grabación posterior, Patricia expresó su apoyo a sus compañeros caídos y prometió continuar la lucha contra lo que denominaba “la dictadura corporativista y fascista de los Estados Unidos”. También declaró su amor inquebrantable por su pareja y líder del grupo.
La organización guerrillera estaba debilitada, y Patty Hearst y sus compañeros se mantuvieron prófugos durante casi un año y medio, cometiendo robos menores para sobrevivir. Finalmente, fue capturada por el FBI el 18 de septiembre de 1975 en San Francisco, apareciendo en las noticias esposada.
El juicio de Patricia comenzó el 20 de marzo de 1976 y, a pesar de una defensa costosa, enfrentó una sentencia severa por su participación en el robo al Banco Hibernia. Sus abogados intentaron argumentar abuso sexual y “lavado de cerebro”, pero al no tener éxito, recurrieron al síndrome de Estocolmo, una estrategia legal innovadora en ese momento. Patricia Hearst fue condenada inicialmente a 35 años de prisión, aunque luego la pena se redujo a siete años.
El movimiento por su liberación

Durante su tiempo en prisión, nació un movimiento de liberación en todo Estados Unidos, incluyendo a personajes importantes, como el famoso actor John Wayne. Finalmente, en 1979, el presidente Jimmy Carter redujo su condena a 22 meses.
En una declaración pública, Wayne aprovechó la reciente tragedia de Jonestown, en Guyana, protagonizada por el infame Jim Jones, para decir lo siguiente:
“Me resulta bastante raro que los americanos acepten el hecho de que un hombre haya lavado el cerebro a 900 personas para que se suiciden en masa, pero no acepten el hecho de que un grupo despiadado, el SLA, pueda lavarle el cerebro a una chica mediante tortura, degradación y confinamiento”.
Finalmente, Patty Hearst fue liberada el 1 de febrero de 1979.
Después de su liberación, su familia le asignó un guardaespaldas y dos años después, quizás a fe de su síndrome de Estocolmo, se casó con él. Tambén exploró una breve carrera como actriz en películas como “Cry Baby” (1990), “Serial Mom” (1994) y “Pecker” (1998), aunque su actuación no recibió críticas entusiastas. Más tarde, se dedicó a obras benéficas y fundó una organización para ayudar a niños con SIDA, lo que finalmente le valió un perdón presidencial de Bill Clinton en los últimos días de su mandato.
Hoy en día, Patricia Hearst, la nieta del influyente William Randolph Hearst, quien pasó por el traumático secuestro y la controvertida transformación en guerrillera urbana en 1974, tiene 67 años, una fortuna estimada en 50 millones de dólares y disfruta de una vida tranquila alejada de los reflectores mediáticos.