Con 23 años, la activista ambiental Julia Hill, también conocida como Julia “Butterfly” Hill, vivió en un árbol al que apodaron Luna, en el bosque de Redwood de California en un acto de desobediencia civil. Su árbol duró desde el 10 de diciembre de 1997 hasta el 23 de diciembre de 1999. ¿Su objetivo? Evitar la tala de árboles de más de mil años.
La iniciativa de Julia Hill
Julia Hill decidió unirse a esta protesta de árboles cuando Pacific Lumber Company anunció una tala que reduciría en gran medida la cantidad de árboles del icónico bosque de Redwood. La tala de rasa es un método extremo en el que los bosques naturales prácticamente desaparecen, sustituyendo los árboles con otros artificiales que no replican los servicios ecosistémicos de un bosque salduable.
Hill, quien es ahora activista y escritora, publicó en el año 2000 “El Legado de Luna: la historia de un árbol, una mujer y su lucha por salvar las secuoyas”, donde documentó su experiencia. Pero, ¿de dónde nace este amor por la naturaleza?
Quizás, debemos empezar con que su padre era un predicador ambulante, así que la mayor parte de su infancia la pasó viajando por Estados Unidos. Su sobre nombre “Butterfly”, Mariposa en español, lo obtuvo a los 7 años, cuando una mariposa e posó en su dedo y se mantuvo ahí durante toda una caminata cuando se encontraba de excursión.
Estudió en casa y eso se revela en las declaraciones que dio sobre su infancia en 2009:
«No pertenecía, no encajaba. No entendía a otras personas; no sabía cómo relacionarme».
De hecho, es probable que ese sentimiento de desobedecer las normas por un bien mayor, nazca de esa crianza:
«He sido terca y me he metido en problemas desde que tenía 2 años, pero aprendí a redirigir eso hacia buenas causas».
Durante una noche de verano de 1996, Julia Hill conducía su auto cuando fue impactada por un conductor ebrio desde atrás. Este accidente le provocó dificultades al caminar y hablar durante casi un año. Durante su recuperación, reevaluó sus prioridades y se interesó por la preservación del medio ambiente.
«Me tomó 10 meses de terapia física y cognitiva para recuperarme del naufragio, y durante ese tiempo me di cuenta de que quería encontrar un propósito más poderoso para estar aquí en este planeta. Después de que me dieron el alta de mi último médico, hice un viaje por carretera con amigos que me llevó a California, lo que me llevó a las secuoyas».
Defendiendo el medio ambiente
Después de su recuperación, sintió una “conexión instantánea” con las secuoyas. Se contactó con actividades de ideas afines en una protesta en Euroka, California, se enteró de su oportunidad de participar en una sentada en un árbol de 1,000 años llamado Luna, junto a otras dos personas. La iniciativa fue patrocinada por Earth First!, una organización que compartía su pasión por preservar las secuoyas.
Según Swarthmore Collage, los objetivos de Julia Hill eran proteger a Luna, frenar la tala en el área y crear conciencia en una amplia base del público.
Después de días sentados en el árbol, Julia Hill enfermó y tuvo que descender. Cuando los dos cuidadores restantes abandonaron semanas después, fue ella quien volvió a subir al árbol de 55 metros de altura.
Aunque inicialmente recibió el apoyo Earth First!, Julia Hill continuó sentándose en los árboles incluso cuando se retiraron los recursos. Una amiga empezó a subir periódicamente al árbol para darle suministros.
Según Los Ángeles Times, la empresa respondió con “tácticas de intimidación”, como hacer volar helicópteros cerca, cortar cuerdas de árboles cercanos y colocar guardias de seguridad en la base de Luna. Incluso tuvo que soportar una tormenta con vientos de más de 100 kilómetros por hora, que duró 16 horas y destruyó las lonas que le protegían.
Durante su estancia en la cima del árbol, Julia tuvo que aprender tácticas de supervivencia, como lavarse pocamente las plantas de los pies, ya que la savia ayudaba a que se adhiriera mejor a las ramas.
Cinco hombres sirvieron de sistema de apoyo, entregando lo esencial al árbol dos veces por semana. Las provisiones incluían comida, combustible para su estufa, correo y baterías para el celular. De vez en cuando, otros manifestantes subían y se unían a ella.
Sin embargo, la mayor parte de su contacto fue con la vida silvestre.
«Hice lo mejor que pude para no domesticarlas, pero las ardillas voladoras encontraron cada (bocado de comida) que se me cayó. Sabían que cuando la vela se apagara, era el momento de hacer el mayor desorden posible y bailar tap en mi cabeza».
El fin de la protesta
Julia Hill debió estar 738 días sobre Luna para conseguir que se firmara el Acuerdo de Preservación de Luna, que garantizó que tanto el árbol, como los 200 pies que lo rodean, serían preservados, pero los árboles ya talados seguirían siendo propiedad de la empresa.
Finalmente, en 2007, Pacific Lumber Company se declaró en quiebra, citando los altos costos de las regulaciones ambientales, según Los Ángeles Times. Mientras tanto, Hill fundó Circle of Life, una organización que enseñaba las personas a vivir un estilo de vida más consciente del medio ambiente, y la fundó viviendo sobre el árbol.
Esta fundación, durante sus primeros 10 años, produjo giras de conferencias de vanguardia, eventos ecológicos, conferencias, talleres y programas de capacitación. Más tarde, se centró más en financiar proyectos de base relacionados con la preservación del medio ambiente.
En el año 2000 se hizo un documental llamado Butterfly, dirigido por Doug Wolens y fue transmitida por PBS, que obtuvo una calificación de 7,6 en IMDb y un 80% en Rotten Tomatoes. Ese mismo año se publicó la memoria de Julia Hill, que contó su experiencia viviendo en Luna.
Después de Luna, Hill estuvo en otras protestas, como la que se llevó acabo para salvar la South Central Farm, de 14 acres en los Ángeles, en mayo de 2006. A esa protesta se unieron personajes públicos, como la actriz Daryl Hannah, la cantante Joan Baez y el acivista John Quigley. Desgraciadamente, en junio de ese mismo año los agricultores fueron desalojados y las excavadoras hicieron su trabajo.
La vida de Julia Hill ha estado rodeada, sin duda alguna, de su activismo por el medio ambiente y en su lucha por promover una mayor consciencia a su preservación. Quizás, un estilo de vida que debemos adoptar todos, teniendo en cuenta todos sus matices y extremos.
