
Al abordar los aspectos más intricados y a veces asombrosos de la naturaleza, uno no puede evitar sorprenderse con los múltiples ejemplos de ciclos vitales y simbiosis que se pueden encontrar. Tal es el caso de las moscas y cómo sus larvas pueden llegar a incubar en la piel de las ardillas. Aunque pueda sonar un poco extraño, este es un tema fascinante que destaca la intrincada belleza del mundo natural.
Las moscas, como sabemos, pertenecen a la familia Diptera, que comprende más de 100,000 especies conocidas en todo el mundo, y muchas especies dentro de este grupo son conocidas por tener ciclos de vida que implican la incubación de sus huevos en o cerca de un huésped vivo. Este proceso, llamado “miasis”, puede ocurrir en diferentes tipos de mamíferos, incluyendo, en algunas ocasiones, a las ardillas. Es un proceso que se divide en dos, en el que las moscas depositan sus huevos o larvas en (miasis obligatoria) o cerca (miasis facultativa) de un huésped vivo.
El inicio del proceso es simple pero astuto. Las moscas suelen depositar sus huevos en áreas donde hay material orgánico en descomposición, como frutas o animales muertos, donde las larvas pueden alimentarse una vez que eclosionan. Sin embargo, algunas especies de moscas, como las del género Cuterebra, han desarrollado una estrategia de vida más compleja.
Las moscas de este género ponen sus huevos cerca de los nidos de las ardillas o en las áreas que frecuentan. Cuando una ardilla pasa cerca de los huevos, el calor y el movimiento del animal desencadenan la eclosión de las larvas, que entonces se aferran a la piel del huésped. Una vez en contacto con la ardilla, la larva penetra en la piel a través de una herida o un orificio natural del cuerpo (como la nariz, la boca o el ano).
En la piel de la ardilla, la larva crece y se alimenta, creando una pequeña lesión o “fístula”. Durante este tiempo, la larva respira a través de un tubo que se extiende hasta la superficie de la piel. Cuando está lista para pasar a su etapa de pupa, la larva deja el cuerpo de la ardilla y cae al suelo, donde se entierra para continuar su desarrollo hasta convertirse en una mosca adulta.
Las moscas de la familia Calliphoridae, comúnmente conocidas como moscas verdes o azules, son famosas por la miasis y son a menudo las causantes de la miasis en humanos y animales domésticos. Algunas especies de moscas, como las del género Cuterebra, son conocidas por su parasitación en pequeños mamíferos, incluyendo ardillas y conejos.
Aquí una miasis en un humano.
En general, este fenómeno no es perjudicial para las ardillas, salvo en algunos casos en que las larvas se instalan en áreas sensibles, como el cerebro, lo que puede causar problemas graves.
Este ciclo de vida es un ejemplo fascinante de cómo las moscas se han adaptado para sobrevivir en entornos y condiciones cambiantes. Aunque pueda parecer extraño o incluso desagradable para nosotros, este proceso muestra la extraordinaria interconexión de la vida en nuestro planeta.