Los científicos han descifrado con éxito el antiguo aroma de los bálsamos de momificación egipcios identificando sus ingredientes, lo que les ha permitido recrear la fragancia.

Esta fragancia recreada, conocida como “el aroma de la eternidad” o “el aroma de la vida eterna”, se basa en una mezcla de cera de abeja, aceites vegetales y resinas de árboles que se utilizaron hace más de 3 500 años para preservar los restos de una noble llamada Senetnay.
El aroma puede experimentarse en una próxima exposición en el Museo Moesgaard de Dinamarca. Este descubrimiento no sólo permite conocer el estatus social de Senetnay, sino que también arroja luz sobre los avanzados métodos empleados en su conservación.
La autora principal del estudio, Barbara Huber, del Instituto Max Planck de Geoantropología de Alemania, destaca el exquisito cuidado y la sofisticación con que se crearon los bálsamos, como indican los elaborados y diversos ingredientes utilizados.
La inclusión de sustancias raras y caras como el dammar o la resina del árbol de la Pistacia sugiere el estatus excepcional de Senetnay en la sociedad.
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