La respuesta rápida es sí, y lo más asombroso es que pueden incluir formas ocultas de inteligencia que la ciencia apenas comienza a comprender.

Se estima que en la Tierra habitan unos 10 quintillones (10,000,000,000,000,000,000) de insectos, lo que representa más del 90 por ciento de las formas de vida del planeta. Con una longitud de 20 centímetros, el weta gigante es el insecto más grande conocido, mientras que un tipo de avispa parásita, con solo 0,0127 centímetros de largo, es el más pequeño.
Entonces, sabiendo el mínimo tamaño que pueden alcanzar estas criaturas, la pregunta es: ¿tienen cerebro dentro de sus diminutas cabezas?
La respuesta rápida es sí, y lo más asombroso es que pueden incluir formas ocultas de inteligencia que la ciencia apenas comienza a comprender.
Así es el cerebro de los insectos
En un artículo de Newsweek, el zoólogo alemán Lars Chittka, profesor de ecología sensorial y conductual en la Universidad Queen Mary de Londres y autor del libro ‘La mente de una abeja’, señala:
Los insectos tienen cerebros bellamente elaborados. Se diferencian de los cerebros de los mamíferos en muchos aspectos. Uno de los más obvios es que son más pequeños. Pero no son necesariamente menos complejos o sofisticados.

Las redes en los cerebros de los insectos pueden ser muy finamente ramificadas y complejas. El patrón puede ser tan avanzado como el de un roble completamente desarrollado. Cada célula individual puede contactar hasta con otras 10 000 células cerebrales. Por lo tanto, la red neuronal de los cerebros de los insectos puede ser muy compleja.
Son más pequeños y más accesibles para los neurocientíficos. Pero estamos muy lejos de comprenderlos de manera integral porque, aunque es más fácil de estudiar que un cerebro humano, todavía es demasiado complejo en la etapa actual para comprenderlo en su totalidad.
La inteligencia de los insectos
Desde hace un siglo, los científicos saben de la capacidad de los insectos para aprender cosas. Por ejemplo, se sabe que estas criaturas construyen su hogar, como lo hacen las hormigas, las avispas y las abejas; y así como pueden distanciarse varios kilómetros de su base, también encuentran el camino de regreso.

De hecho, existen algunos casos de lo que parece ser una toma consciente de decisiones entre algunos insectos.
Según el profesor Chittka:
Las abejas, por ejemplo, tienen que ser ‘compradoras muy inteligentes en el supermercado’ de flores. Diferentes flores ofrecen diferentes calidades y cantidades de néctar y polen, y las abejas son muy buenas para aprender sobre las recompensas que se esperan en las especies de flores y luego asociar los colores, patrones y olores que muestran las flores, memorizarlos y usarlos como predictores de recompensas.
La ciencia también ha descubierto inteligencia en otras especies de insectos.
Un ejemplo de ello son las hormigas. Su movimiento lo hacen empleando diferentes «módulos» de sus cerebros, incluido uno dedicado a retroceder sobre sus pasos. Otro descubrimiento, es que esta especie utiliza herramientas para transportar alimentos líquidos, para lo cual moja ciertos materiales y luego los lleva a su colonia para su posterior consumo.
En una investigación publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B se pudo evidenciar un comportamiento social complejo en la avispa de papel europea (Polistes dominula). Los científicos encontraron que estos insectos identifican a los miembros de su colonia, valoran características como la fuerza relativa asociada con una avispa en particular y crean jerarquías sociales con base en ese conocimiento.
Woow, me asombra la complejidad, capacidad y peligrosidad de que en algún momento dado se les ocurra dar un levantamiento, como golpe de estado, seres diminutos que en volumen seria considerable su fuerza y que en cualquier momento de ocurrencia pudieran sublevarse contra los humanos. Es una suposición, se de antemano que existen reglas en el universo para impedir algo como lo descrito. Pero me da para meditar.