La insulina: un milagro de la medicina

La insulina: un milagro de la medicina

Uno de los momentos más importantes e impactantes de la historia médica, ocurrió en 1922, cuando varios niños agonizando, se salvaron gracias a una nueva medicina casi milagrosa: la insulina.

Más de un siglo después, la esperanza de vida de las personas con diabetes, dio un giro trascendental.

La insulina y como llegó al mundo

La insulina: un milagro de la medicina

En el año 1922, un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto se encontraba en una sala de hospital repleta de niños que sufrían de diabetes. La mayoría de estos pequeños se encontraba en un estado de coma avanzado debido a la cetoacidosis diabética, una condición grave que a menudo resultaba en un desenlace fatal.

La escena desgarradora: padres angustiados se hallan al borde de las camas de sus hijos, esperando un fatídico final. Sin embargo, estos investigadores, armados con un nuevo extracto de insulina purificada, recorrieron meticulosamente cada cama para administrar esta innovadora terapia a cada niño.

Cuando llegaron al último niño en la habitación y le administraron la inyección de insulina, algo extraordinario comenzó a suceder. El primer niño al que habían tratado empezó a recobrar la conciencia. Uno a uno, los demás niños también emergieron de su estado de coma diabético. De repente, lo que antes era una sala cargada de muerte y dolor se transformó en un lugar lleno de júbilo y esperanza.

Este milagro médico se materializó gracias a dos individuos notables: el Dr. Frederick Banting, un joven cirujano, y el Dr. Charles Best, un estudiante de medicina. Fue apenas un año antes, en el verano de 1921, cuando estos dos visionarios descubrieron el potencial de la insulina para salvar vidas humanas.

La evolución del medicamento

La insulina: un milagro de la medicina

Casi un siglo atrás, la esperanza de vida de las personas diabéticas de todo el mundo dio un giro trascendental. A pesar de que la diabetes había sido conocida desde tiempos antiguos, seguía siendo una enfermedad sin un tratamiento eficaz. En 1674, el físico Thomas Willis la apodó “The Pissing Evil.”

Sin embargo, todo cambió el 12 de diciembre de 1921 cuando Banting y Best hicieron el descubrimiento revolucionario de la insulina. Esta hormona se alzó como una prometedora esperanza de cura. Al año siguiente, Leonard Thompson, un niño de 14 años con diabetes severa, se convirtió en el primer paciente en recibir una inyección de extracto pancreático bovino.

A lo largo del siglo XX, la obtención y la síntesis de la insulina experimentaron un progreso significativo. Inicialmente, se obtenía a partir de purificaciones cada vez más refinadas de páncreas de animales. Una vez alcanzada la calidad óptima, los investigadores enfocaron sus esfuerzos en mejorar su eficacia. En 1936, un hito importante fue la idea innovadora de Hans Christian Hagedorn: combinar la insulina con la proteína protamina y zinc, dando origen al complejo de insulina de liberación lenta. Este avance se comercializó a principios de la década de los cincuenta.

En 1955, Frederick Sanger logró secuenciar completamente la composición de la insulina, marcando un año fundamental en el desarrollo de la insulina sintética. A partir de 1975, los avances genéticos permitieron la producción de insulina humana en laboratorios farmacéuticos.

Finalmente, durante las décadas de los ochenta y noventa, surgieron los primeros análogos de acción rápida e inmediata, modificados genéticamente, con el objetivo de mejorar aún más el tratamiento para los pacientes diabéticos. Estos avances prometieron un mayor potencial en el control de la enfermedad, hasta la actualidad.


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