Sabemos de animales que pueden perder una extremidad como la cola y luego regenerarla, ahora han descubierto dos especies de babosas marinas que pueden hacer la regeneración a una escala mayor.
Dos especies de babosas marinas se pueden desprender de su cabeza, creciéndole de nuevo todo su cuerpo partiendo de esta.
El descubrimiento fue realizado por científicos de Japón, diciendo que esta regeneración se logra en solo dos semanas y es algo extraordinario.
Normalmente en los animales se conoce el reemplazo de alguna extremidad perdida o dañada como pierna, brazo, cola por alguno idéntico. En el caso de las babosas marinas pertenecientes a un grupo llamado sacoglossans, logran una regeneración a un nivel mayor.
Agregar a sus rarezas la habilidad de sobrevivir de manera autónoma por semanas gracias a que pueden fotosintetizar como lo hacen las plantas, habilidad tomada de las algas que consumen.
Por si esto fuera poco el cuerpo que queda al ser separado de la cabeza sobrevive de forma autónoma durante días o meses sin cabeza.
La autora principal Sayaka Mitoh estudiante de doctorado en la Universidad de Mujeres de Nara en Japón dijo:
“Creemos que esta es la forma más extrema de autonomía y regeneración en la naturaleza”.
Después del descubrimiento, investigadores revelaron que este tipo de regeneración puede ser realizada más de una vez por ciertos individuos.
Descubriendo por error
Este comportamiento se vio cuando la investigadora se encontró una babosa marina sacoglosa girando sobre su cuerpo en un tanque de un laboratorio en 2018.
En un principio pensó que esta moriría, luego se dio cuenta de que la herida de la cabeza sano. Comenzando a regenerar su cuerpo que acabo de tres semanas ya contaba con cuerpo nuevo en un 80% incluidos sus órganos vitales siendo este idéntico al original.
De momento se desconoce el proceso exacto que ayuda a esta regeneración tan completa, pero los investigadores sospechan que es gracias a células madre.
La idea tras el desprendimiento de los cuerpos es quizá dada por que así lo desean o por desechar su cuerpo debido a la edad y comenzar de nuevo. Agregando la posibilidad de hacerlo por presencia de parásitos y sacrificar sus cuerpos para escapar de sus depredadores.
Esta característica solo se vio en babosas jóvenes ya que las de mayor edad vivían 10 días y no se regeneraron.