Una nueva investigación histórica advierte que la civilización humana podría estar destinada a la autodestrucción. Analizando 5.000 años de historia y el colapso de más de 400 sociedades, el investigador Luke Kemp, de la Universidad de Cambridge, sostiene que el escenario más probable es el derrumbe global impulsado por desigualdad, codicia y crisis existenciales.

Lecciones de 5.000 años de historia

El estudio, citado por The Guardian, plantea que ninguna civilización ha sido eterna y que los patrones de caída son claros: concentración de poder, desigualdad extrema y malas decisiones de las élites. Kemp define a estas estructuras dominantes como “Goliats”: imperios o reinos que monopolizan recursos a través de la violencia y la coerción.

Con el tiempo, estas potencias se vuelven frágiles al abusar de sus poblaciones y de la naturaleza. 

“A medida que las élites extraen más riqueza de la gente y la tierra, fragilizan las sociedades, lo que genera luchas internas, corrupción, empobrecimiento de las masas, menos salud, sobreexplotación, degradación ambiental y malas decisiones por parte de una pequeña oligarquía”, explicó Kemp.

Cuando un “Goliat” llega a este punto, cualquier impacto externo —epidemias, guerras o desastres climáticos— acelera su colapso. Según el investigador, esa lógica histórica se repite en el presente: nuestra civilización global interconectada opera como un único “Goliat”, vulnerable a múltiples amenazas simultáneas.

Las amenazas del siglo XXI para la civilización

El colapso de la civilización ya no es una hipótesis distante: crisis alimentarias, riesgo nuclear y cambio climático podrían desestabilizar al mundo. Kemp enfatiza que las oligarquías modernas —líderes políticos y económicos— agravan el problema al negar o minimizar estas amenazas.

Los tres líderes más influyentes de la actualidad, asegura, representan la “tríada oscura” del poder:

“Trump es un narcisista de manual, Putin es un psicópata frío y Xi Jinping llegó a gobernar siendo un maestro de la manipulación maquiavélica”.

Según Kemp, su liderazgo refleja un patrón histórico: individuos que buscan perpetuar su control incluso a costa de la supervivencia colectiva.

La aceleración de la crisis climática, combinada con la sobreexplotación de recursos, podría convertir al planeta en un entorno hostil. Sequías extremas, inseguridad alimentaria y tensiones sociales marcan un camino de alta inestabilidad que podría derivar en un colapso global.

¿Es posible evitar el derrumbe?

Aunque pesimista sobre las trayectorias actuales, Kemp mantiene una esperanza: la capacidad humana de cooperación y altruismo. Propone reformas profundas que incluyan democracias genuinas, distribución equitativa de poder y fuertes impuestos a los más ricos.

“Hoy en día, a la gente le resulta más fácil imaginar que podemos construir inteligencia sobre silicio que que podemos lograr una democracia a gran escala. Es una completa tontería”, afirmó. En su visión, la humanidad ya posee las herramientas sociales y éticas necesarias para crear estructuras políticas resistentes y justas.

El desafío, según Kemp, es superar la concentración de poder que nos mantiene atrapados en un ciclo de autodestrucción. Para él, no se trata de ciencia ficción ni de utopía, sino de reconocer nuestra naturaleza social y la urgencia de actuar.

El estudio de Luke Kemp nos recuerda que las civilizaciones caen no por azar, sino por dinámicas internas de desigualdad y abuso. El presente no es una excepción: enfrentamos un colapso posible, pero no inevitable. La historia nos ofrece la advertencia; depende de nosotros decidir si también nos dará la última palabra.

Referencia:

• The Guardian/‘Self-termination is most likely’: the history and future of societal collapse. Link