El Monte Everest es, sin duda alguna, la montaña más imponente de la Tierra y como tal, esconde muchas historias que, sin importar que seas el aventurero o el alpinista más experimentado, hacen que nuestra piel se ponga de gallina y lo pensemos más de dos veces antes de decidir escalarla. Una de esas historias son los perturbadores puntos de referencia que, en realidad, son cadáveres de personas que fallecieron intentando conquistar la montaña.
El peligro de escalar el Monte Everest
El Monte Everest es la cumbre más alta sobre el nivel del mar, con 8.846,4 metros de altura. Teniendo en cuenta esto, alcanzar su cima es una hazaña digna de ser recordada. Muy pocas personas lo han conseguido y, por consiguiente, muchos han fallecido intentándolo. Pero lo más perturbador de esto, es que aquellos que han perecido, muchos siguen allá arriba, a la vista de los nuevos visitantes, ya que sus cuerpos no han podido ser rescatados y el frío los conserva como el primer día.
A pesar de ello, la montaña del Himalaya, ubicada en la frontera entre Nepal y China, sigue siendo uno de los lugares más concurridos del planeta y su demanda turística no se compara con nada. Pero si estás pensando en unirte a los montañistas que buscan conquistarla, debes saber que el Monte Everest tiene una temperatura promedio de -36°C en su cumbre, y alcanzando hasta -60°C en sus días más fríos. Mientras que los meses más cálidos, llegan a los -20°C, sumado al viento, que baja aún más la sensación térmica.
A partir de los 8 mil metros, hay una zona en el Monte Everest conocida como la “zona muerta”. Este lugar tiene un clima tan extremo, que es casi imposible transitarlo. El nivel de oxígeno es apenas un tercio del normal, por lo que es necesario usar bombonas de oxígeno para superarlo.
El lugar es tan inclemente, que si sufrieras mal de altura, rotura, congelación o cualquier otro accidente que no te permitiera mover por sí solo, no podrían rescatarte. Las bajísimas temperaturas y la dificultad del terreno a esa altura hacen que cada paso sea casi 3 respiraciones para un montañista experimentado y el corazón late mucho más rápido para poder llevar el oxígeno al cuerpo. Ni los helicópteros son capaces de funcionar bien a esa altura.
Un ejemplo claro de esto sucedió en 2003, cuando un helicóptero perdió el control y se estrelló mientras intentaba aterrizar en el campamento base, provocando la muerte de dos de sus nueve tripulantes.
Pero si te lo preguntas, en el Monte Everest hay más de 200 cadáveres, de los cuales 150 nunca se encontraron. Además, las rutas de acceso a la cima más transitada están plagadas de más de 40 cuerpos que quedaron en el punto exacto donde murieron. Algunos no han podido ser reconocidos y la comunidad los ha bautizado con nombres, siendo usados como puntos de referencia de las rutas.
Los cadáveres del Everest
El saludador
Uno de los más conocidos y uno de los primeros con el que se encuentran los montañistas al escalar el Monte Everest. Su apodo se debe a que el cadáver parece saludar con sus brazos. Está ahí desde 1997.
Botas verdes
A su lado se encontraban los restos de David Sharp, un caso que escandalizó a la comunidad alpinista. En mayo de 2006, Sharp realizaba su tercer intento. Pagó solo 6.200 dólares para viajar con Asian Trekking hasta el campamento base y desde ahí hizo varios intentos en solitario. Todo indica que iba sin oxígeno, sherpas, guías, radio, medicamentos o cualquier ayuda. Subía con un equipo de alpinismo básico.
No se sabe si llegó a la cima o no, pero en su descenso, cuando caía la tarde, se vino abajo y se sentó junto al “botas verdes”. Agonizó mientras otros escaladores descendían, pasando a su lado. A la una e la mañana se encontró con la expedición liderada por Mark Inglis, especialistas en alta montaña que perdió ambas piernas por congelación en 1982 y ese año subiría el Monte Everest con unas prótesis metálicas.
Sharp aún estaba vivo e Inglis pidió instrucciones por radio, pero su director de campamento base le ordenó seguir el descenso sin ayudarlo. Esto creó una enorme polémica por los intereses comerciales que existen en el Everest. Incluso Edmund Hillary, famoso por ser la primera persona en llegar al a cima y volver, criticó la decisión.
Nueve horas después, el guía Jamie McGuinness y el sherpa Dawa, tras hacer cumbre, trataron de levantar a David Sharp, severamente dañado por las congelaciones. Le proporcionaron oxígeno, pero no funcionó y debieron abandonarlo. Los miembros de la expedición tenían cámara en sus cascos, donde se recoge en video donde se escucha una corta conversación con Sharp:
«Mi nombre es David Sharp y estoy con Asian Trekking. Tengo mucho sueño”.
Su cadáver estuvo un año junto a Botas verdes, hasta que fue encontrado y recuperado.
Francys Arsentiev, la “Bella durmiente”
El 22 de mayo de 1998, Francys Arsentiev hizo historia al volverse la primera mujer estadounidense en alcanzar la cima del Monte Everest sin la ayuda de oxígeno suplementario. Sin embargo, su gloria duraría poco. El 24 de mayo, Francys falleció durante su descenso, y tuvieron que dejar su cuerpo en la montaña, siendo conocida como la Bella durmiente.
Cathy O’Dowd, una alpinista sudafricana, contó que Francys, no dejaba de repetir entre sollozos que no la abandonaran. Tras darle asistencia durante más de una hora, Cathy y su equipo tuvieron que abandonarla, escuchando sus súplicas mientras se alejaban.
Ocho años más tarde, el mismo equipo volvió para encontrar su cuerpo, al que cubrieron con la bandera de su país.
Bruce Herrod
O’Dowd tuvo otra experiencia parecida en su primer ascenso al Monte Everest. Se encontró con Bruce Herrod, un conocido escalador que ascendía muy lentamente. Al cruzar unas palabras con él, su equipo se dio cuenta que no estaba bien y que se había hecho tarde para seguir subiendo, pero Herrod, afectado por la euforia que provocaba la falta de oxígeno continuó el ascenso.
Después de las 5 de la tarde, Herrod llegó a la cumbre del Monte Everest, se tomó una foto y llamó al campamento base donde todo el equipo, incluida su esposa, le instaron a bajar lo antes posible. Dos horas más tarde, se perdió su rastro. Posteriormente se recuperó la cámara y la mujer reveló la foto que le costó la vida.
Shriya Shah-Klorfine
Shriya fue una alpinista canadiense de 33 años que falleció en 2012, junto a otras dos personas que intentaban escalar el Monte Everest. Se cree que todos murieron por agotamiento y mal de altura. Los sherpas encotnraron el cuerpo de la mujer a 8.300 metros sobre el nivel del mar.
Descansen sus cuerpos en paz, y sus espiritus sean dichosos en la otra dimensión, nos vemos allá