La razón científica por la que el tiempo parece pasar más rápido mientras envejecemos y como ralentizarlos

La razón científica por la que el tiempo parece pasar más rápido mientras envejecemos y como ralentizarlos

Con la edad, muchos sentimos que los años transcurren a una velocidad alarmante. Las vacaciones de verano que parecían eternas en la infancia ahora se desvanecen en un suspiro. Pero esta percepción tiene fundamentos científicos que explican por qué el tiempo parece acelerarse y cómo es posible ralentizarlo mediante cambios en nuestra rutina.

El cerebro y la percepción del tiempo

La razón científica por la que el tiempo parece pasar más rápido mientras envejecemos y como ralentizarlos

La ciencia sostiene que el tiempo físico no es igual al tiempo mental. Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecánica, explica que el cerebro procesa menos imágenes por segundo a medida que envejecemos. Cuando somos niños, nuestra mente recibe una avalancha de estímulos que se graban con intensidad, lo que alarga nuestra percepción del tiempo. 

Con los años, las redes neuronales se hacen más complejas y las señales tardan más en viajar, lo que ralentiza el procesamiento. El resultado es que captamos menos “fotogramas” de la realidad y, en consecuencia, sentimos que el tiempo pasa más deprisa.

Este efecto se potencia con la proporción vital. Para un niño de cuatro años, un año representa una cuarta parte de su vida, mientras que para un adulto de cuarenta, solo un cuarentavo. Esto hace que la experiencia temporal se sienta más comprimida con los años. Así, los días parecen desvanecerse más rápido y los años se convierten en una sucesión difícil de distinguir.

La rutina como enemiga de la percepción temporal

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Otro factor clave es la falta de novedad. El cerebro humano está diseñado para retener experiencias nuevas y significativas. Durante la niñez y la juventud, casi todo lo que vivimos es inédito: el primer día de escuela, aprender a andar en bicicleta o viajar a un lugar desconocido. Estos momentos generan recuerdos sólidos que expanden la percepción del tiempo.

En cambio, con la edad tendemos a caer en rutinas. Trabajar en el mismo sitio, recorrer los mismos caminos y repetir hábitos diarios limita los estímulos que el cerebro almacena. Sin novedades, los días se funden en semanas y las semanas en años, sin que destaquen hitos memorables. Así surge la sensación de que el tiempo avanza a gran velocidad. La profesora Cindy Lustig, de la Universidad de Michigan, sostiene que los periodos cargados de experiencias se recuerdan como más largos, mientras que los vacíos rutinarios parecen fugaces.

Romper la rutina con actividades diferentes —desde aprender un idioma hasta probar un nuevo pasatiempo— ofrece al cerebro recuerdos frescos que enriquecen la memoria. Incluso pequeños cambios, como caminar por otra calle o escuchar música distinta, pueden ampliar nuestra percepción temporal y hacer que un año parezca más pleno y extenso.

Cómo ralentizar el tiempo y vivir más intensamente

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Aunque no podemos modificar los factores biológicos, sí es posible recuperar el control sobre nuestra percepción del tiempo. Una estrategia es obligarse a introducir novedades en la vida diaria. Bejan recomienda sorprendernos a nosotros mismos, buscar lo inusual y atrevernos a salir de la zona de confort. Cada experiencia nueva se convierte en una marca en la memoria, expandiendo la línea temporal de nuestra vida.

Otra herramienta poderosa es la atención plena. Estar presentes en el “aquí y ahora” permite experimentar con mayor intensidad cada momento. En lugar de preocuparnos por el futuro o revivir errores del pasado, podemos centrarnos en lo que sucede en el presente. De este modo, los días dejan de ser un borrón y se convierten en recuerdos claros y valiosos.

Así, la clave para “ralentizar” el tiempo no está en detener el calendario, sino en enriquecer nuestra vida cotidiana. Crear experiencias, desafiar la monotonía y practicar la conciencia plena transforma la manera en que percibimos el paso de los años, otorgándonos una sensación de vida más larga y plena.

El tiempo avanza para todos, pero no lo percibimos igual. La ciencia demuestra que la rutina lo acelera y la novedad lo ralentiza. Al abrirnos a nuevas experiencias y practicar la atención plena, podemos vivir cada año como más extenso y significativo, recuperando la sensación de que el tiempo nos pertenece.

Referencia:

  • Environmental Research and Public Health/Time Perspective and Emotion Regulation as Predictors of Age-Related Subjective Passage of Time. Link
  • Plos One/Distortions to the passage of time for annual events: Exploring why Christmas and Ramadan feel like they come around more quickly each year. Link
  • Cambridge/Why the Days Seem Shorter as We Get Older. Link

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Erick Sumoza

Soy un escritor de ciencia y tecnología que navega entre datos y descubrimientos, siempre en busca de la verdad oculta en el universo.

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