El ombligo, una cicatriz que todos compartimos tras el nacimiento, es mucho más que un simple rasgo anatómico. En 2011, un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte decidió explorar este pequeño rincón del cuerpo humano y descubrió que podía albergar un ecosistema tan complejo y diverso como una selva tropical.
El Proyecto de Biodiversidad del Ombligo: ciencia en lo cotidiano

El Proyecto de Biodiversidad del Ombligo, impulsado por investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NC State) y el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, buscó revelar los microorganismos que viven en el ombligo humano. La idea nació de un interés por mostrar al público que los microbios que habitan en nuestro cuerpo no siempre son patógenos, sino que muchos forman parte de nuestra primera línea de defensa frente a enfermedades.
El experimento comenzó de manera sencilla: se invitó a visitantes del museo y voluntarios a pasar un hisopo por su ombligo. En la primera fase, se analizaron 66 muestras y los resultados sorprendieron incluso a los investigadores. En total, se identificaron 2.368 especies diferentes, de las cuales más de la mitad podrían ser desconocidas para la ciencia. El doctor Rob Dunn, líder del proyecto, comparó los hallazgos con la riqueza biológica de las selvas tropicales debido a la enorme diversidad encontrada en un espacio tan reducido.
Cada ombligo analizado albergaba, en promedio, 67 especies distintas. Sin embargo, lo más llamativo fue que no existía una única especie presente en todos los participantes. Solo ocho se detectaron en al menos el 70% de los voluntarios, lo que demuestra que cada ombligo es, en esencia, un ecosistema único.
Un ecosistema íntimo y diverso en el cuerpo humano

Los resultados del proyecto no solo revelaron la riqueza microbiana, sino también la complejidad para explicar por qué ciertos ombligos albergaban unas especies y otros no. Factores como la edad, el sexo o la forma del ombligo —si era “innie” o “outie”— fueron considerados, pero no explicaban las diferencias observadas.
Lo que sí quedó claro es que las especies más comunes eran también las más abundantes en los individuos que las tenían. En otras palabras, si un ombligo albergaba una bacteria específica, lo más probable era que esa bacteria se encontrara allí en grandes cantidades.
En 2012, el equipo publicó su primer artículo científico titulado “A Jungle There: Bacteria in Belly Buttons are Highly Diverse, but Predictable”, que confirmó el potencial de este enfoque. El proyecto se amplió para incluir hasta 600 muestras en toda América del Norte, con el objetivo de comprender mejor las diferencias entre los llamados “bosques íntimos” del ombligo humano.
Más allá de la curiosidad científica, estos hallazgos subrayan la importancia de los microbios como parte de la biodiversidad esencial para la salud. Así como los bosques y ríos sostienen ecosistemas más amplios, el ombligo ofrece un microhábitat donde se desarrolla una sorprendente variedad de vida.
Ciencia ciudadana: involucrando al público en la investigación

Uno de los aspectos más destacados del proyecto fue su carácter de ciencia ciudadana. Los investigadores quisieron que cualquier persona pudiera participar en la recolección de muestras y entender de primera mano cómo funciona la investigación científica. Esta participación activa no solo generó datos valiosos, sino que también inspiró curiosidad y aprecio por el mundo microscópico.
El Proyecto de Biodiversidad del Ombligo forma parte de una serie de iniciativas similares desarrolladas por NC State y el NRC. Entre ellas destacan Armpit-pa-looza, un estudio sobre las bacterias en las axilas; el censo de los grillos camello, insectos poco conocidos que habitan sótanos y rincones oscuros; y School of Ants, un programa que busca mapear la biodiversidad de hormigas en Estados Unidos.
Para la doctora Holly Menninger, involucrada en el proyecto, la lección es clara: “No es necesario viajar a la selva amazónica para experimentar la biodiversidad. Está en tu jardín, en tu sótano e incluso en tu propio ombligo”. Con esta visión, los investigadores no solo acercan la ciencia al público, sino que también subrayan cómo la biodiversidad microscópica es crucial para el equilibrio de los ecosistemas, desde el nivel íntimo de la piel hasta los grandes paisajes naturales.
El Proyecto de Biodiversidad del Ombligo nos recuerda que incluso en los lugares más cotidianos y pequeños habita una riqueza de vida invisible y fascinante. Cada ombligo es un universo propio, un recordatorio de que la biodiversidad no solo está en la naturaleza lejana, sino también dentro de nosotros.
Referencia:
- Plos One/A Jungle in There: Bacteria in Belly Buttons are Highly Diverse, but Predictable. Link
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