¿El queso te da pesadillas? La ciencia dice que sí

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Una nueva investigación científica ha confirmado lo que muchos siempre sospecharon: ciertos alimentos, como el queso, pueden alterar nuestros sueños. El estudio, publicado en Frontiers in Psychology, demuestra que lo que comemos antes de dormir influye en la calidad del descanso y puede estar detrás de más de una pesadilla.

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Lo que comes sí afecta tus sueños

El nuevo estudio, liderado por el doctor Tore Nielsen de la Universidad de Montreal, en Canadá, encuestó a más de mil personas para explorar la relación entre la alimentación nocturna, la calidad del sueño y el tipo de sueños recordados.

Los lácteos, especialmente el queso, resultaron estar entre los alimentos más vinculados a sueños inquietantes. Un 25% de los participantes que recordaron sueños inusuales identificaron el consumo de lácteos como posible causa. Entre personas con alergias alimentarias o intolerancia a la lactosa, la conexión fue aún más fuerte.

La explicación parece estar en los efectos digestivos: malestares como hinchazón o calambres pueden interrumpir brevemente el sueño. Estas pequeñas interrupciones, llamadas microdespertares, hacen que el cerebro registre y recuerde mejor los sueños vívidos o perturbadores al despertar. Así, el queso no necesariamente genera la pesadilla, pero sí aumenta las probabilidades de que la vivas con más intensidad… y la recuerdes.

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Dulces, cenas tardías y otras trampas para el descanso

El queso no es el único alimento bajo sospecha. Los postres y dulces fueron aún más mencionados como desencadenantes de sueños intensos: un 31% de quienes tuvieron sueños desagradables los asociaron con el consumo de azúcar. Este tipo de alimentos puede interferir con el sueño profundo, alterando su calidad y favoreciendo el recuerdo de escenas oníricas confusas o inquietantes.

También influye cuándo comemos y por qué lo hacemos. El estudio reveló que cenar tarde o hacerlo sin hambre —por ansiedad, aburrimiento o costumbre— está relacionado con un descanso más liviano y un aumento en la frecuencia de sueños desagradables. En cambio, una alimentación basada en frutas, verduras y tés de hierbas se asoció con un sueño más reparador y menos pesadillas.

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Más allá de lo que comemos, nuestros hábitos nocturnos condicionan la forma en que dormimos y soñamos. El cuerpo no solo digiere la comida: también digiere la forma en que vivimos el final del día.

La ciencia lo confirma: lo que comemos antes de dormir puede influir en la calidad del sueño y en los sueños que recordamos. El queso, los dulces y las cenas tardías están en la lista de factores que pueden intensificar las pesadillas, especialmente cuando se acompañan de molestias digestivas. Adoptar hábitos más suaves —como una infusión, una cena ligera o simplemente dejar pasar unas horas entre la comida y la cama— puede marcar la diferencia entre una noche inquieta y un descanso tranquilo.

Referencia:

  • More dreams of the rarebit fiend: food sensitivity and dietary correlates of sleep and dreaming. Link.

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Denis Carrillo

Sobre mi, me gusta la música pop/rock, aprender idiomas, y andar en bicicleta. Me gusta leer y escribir sobre temas de la cultura asiática.

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