Robin Lee Graham: El adolescente que dio la vuelta al mundo con su gato

Robin Lee Graham: El adolescente que dio la vuelta al mundo con su gato

En 1965, Robin Lee Graham, un joven de tan solo 16 años, dejó atrás la costa de California en un pequeño velero de 7,3 metros llamado Dove. Su objetivo era tan simple como audaz: quería estar solo, junto a su gato Avanga, navegar y explorar el mundo. Cinco años, 48.000 kilómetros y un sinfín de desafíos después, Graham regresó como la persona más joven en circunnavegar el planeta en solitario. Su historia, mezcla de aventura, soledad y amor, se convirtió en un símbolo del espíritu libre y del precio de perseguir lo extraordinario.

El viaje que cambió su vida Robin Lee Graham

Robin Lee Graham: El adolescente que dio la vuelta al mundo con su gato

Robin Lee Graham no era un adolescente común. Inconforme con la rigidez de la educación tradicional y con un deseo incontrolable de libertad, convenció a su padre de comprarle un velero. Zarpó el 21 de julio de 1965, rumbo a Hawái, donde vivía su familia. Allí declaró el archipiélago como su punto oficial de partida para su épica travesía. Su única compañía inicial eran dos gatitas llamadas Joliette y Suzette, regalo de una amiga para que no estuviera completamente solo.

Desde el principio, su viaje fue todo menos fácil. En el océano Índico, los vientos lo desarbolaron y fue arrojado por la borda, salvando su vida de milagro. Más adelante, entre Nueva Guinea y Australia, estuvo a centímetros de ser embestido por un carguero en plena noche. Los sustos no fueron escasos, y su velero Dove acabó tan dañado que tuvo que ser reemplazado por una nueva embarcación, un balandro de 33 pies bautizado como Regreso de Paloma, financiado con el apoyo de National Geographic, que documentaba su viaje.

Pero más allá de los peligros físicos, Robin Lee Graham enfrentó los efectos mentales de la soledad. Vivió largos periodos de aislamiento donde el silencio, el cansancio y la desesperación amenazaron con quebrarlo. “La soledad y el cansancio se acumulaban tanto que casi gritaba”, confesó. Pese a todo, perseveró: pescaba con arpón, reparaba su barco y navegaba con la precisión de un francotirador. Siempre acompañado, aunque de forma cambiante, por gatos que encontraba en sus escalas por islas y puertos, algunos de los cuales se perdieron o fallecieron en el camino.

Un amor en el Pacífico: Patti Ratterree, compañera de destino

Robin Lee Graham: El adolescente que dio la vuelta al mundo con su gato

Durante una escala en las islas Fiyi, Robin Lee Graham conoció a Patti Ratterree, una joven californiana que viajaba sola, cruzando el Pacífico como mochilera en busca de sentido. Robin la vio por primera vez vestida con un brillante vestido isleño azul, y quedó cautivado. Compartieron cinco semanas navegando juntos, viviendo de lo que les ofrecía la tierra y el mar, envueltos en la belleza salvaje de los trópicos.

Sin embargo, Robin tenía un compromiso con su misión: completar la vuelta al mundo solo. Así, tomaron caminos distintos. No obstante, su historia de amor no terminó ahí. El destino —y quizá el amor verdadero— los reunió una y otra vez en diferentes rincones del mundo. Finalmente, se casaron en una oficina de magistrado en un pueblo pesquero de Sudáfrica, en lo que Robin Lee Graham describió como “un cortejo a saltos a través del Pacífico”.

Después de su boda, Patti lo siguió de puerto en puerto, por aire y por mar. Aunque viajaban por separado, estaba claro que sus vidas ya estaban unidas. Patti comprendía lo que Robin Lee Graham necesitaba: “Empezó solo y quería terminar solo”, dijo ella. Y así fue. Robin completó su travesía en solitario, como se había propuesto, pero no sin saber que alguien lo esperaba al final del viaje.

El regreso del navegante: un héroe reticente

Robin Lee Graham: El adolescente que dio la vuelta al mundo con su gato

Al arribar nuevamente a California, Robin fue recibido con una ovación. Su familia, Patti —embarazada de su hija Quimby— y una multitud emocionada lo esperaban en el muelle. Cuatro gatos lo acompañaban en cubierta. Había logrado lo imposible. Y sin embargo, al ser preguntado si repetiría la experiencia, fue tajante: “No iría solo. No me gusta estar solo”. Esa frase sintetiza la esencia de su travesía: la conquista de la libertad, sí, pero también el descubrimiento de sus propios límites emocionales.

Tras su regreso, Robin Lee Graham rechazó una beca para estudiar en Stanford y optó por una vida simple y serena en una cabaña de troncos en Montana, junto al lago Flathead. Allí, él y Patti criaron a sus dos hijos, Quimby y Ben. Escribió un libro sobre su odisea titulado Dove, que inspiró a miles de jóvenes soñadores y aventureros.

Robin se dedicó a la construcción y a fabricar muebles, alejándose del bullicio y la fama. Hoy, vive una vida tranquila con Patti, la mujer que conoció en alta mar, demostrando que las grandes aventuras no siempre terminan en puerto, sino en la paz del hogar construido con amor y madera.

Robin Lee Graham no solo fue el joven que navegó solo alrededor del mundo. Fue un buscador incansable de sentido, un romántico desafiante de lo convencional, y un sobreviviente de la soledad más profunda. Su historia no solo nos habla de hazañas náuticas, sino del precio de la libertad y del poder del amor para hacer hogar incluso después de los mares más tormentosos.

Referencia: Sail Magazine/Sailing with Robin Lee Graham. Link


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Erick Sumoza

Soy un escritor de ciencia y tecnología que navega entre datos y descubrimientos, siempre en busca de la verdad oculta en el universo.

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