La violencia en el hogar deja cicatrices invisibles pero profundas en los niños. Un estudio publicado en Current Biology muestran que su actividad cerebral puede asemejarse a la de soldados en combate, reflejando un estado constante de alerta ante el peligro. Conocer estos cambios es clave para proteger su bienestar y diseñar estrategias que fomenten su resiliencia y desarrollo emocional.
Cómo la violencia familiar altera el cerebro infantil
Investigadores de UCL y el Anna Freud Centre realizaron un estudio pionero con resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar el impacto del abuso físico y la violencia doméstica en niños. Los resultados mostraron que aquellos expuestos a violencia familiar presentaban mayor actividad en la ínsula anterior y la amígdala, regiones vinculadas con la detección de amenazas.
Durante el estudio, los niños observaron imágenes de rostros con diferentes expresiones; quienes habían vivido violencia en el hogar respondieron con mayor activación cerebral ante rostros enojados. Este patrón sugiere que el cerebro de estos niños se adapta para estar “hiperalerta”, anticipando peligros en su entorno, un mecanismo similar al observado en soldados expuestos a combate.

Riesgos emocionales y resiliencia a largo plazo
Aunque esta hiperalerta puede ser útil a corto plazo, mantiene al niño en un estado de estrés constante, aumentando el riesgo de desarrollar ansiedad y depresión más adelante. Sin embargo, no todos los niños reaccionan igual: algunos muestran resiliencia y logran superar estas experiencias. Comprender los factores que promueven la resiliencia es esencial para crear intervenciones efectivas que fortalezcan la salud emocional y prevengan problemas futuros.

Implicaciones para la protección y la intervención
Los hallazgos del estudio refuerzan la necesidad de redoblar esfuerzos para proteger a los niños de la violencia familiar. Profesionales de la salud, educadores y trabajadores sociales pueden usar esta información para identificar riesgos tempranos y aplicar estrategias preventivas. Reconocer que los cambios cerebrales son señales de alerta, y no necesariamente síntomas clínicos inmediatos, permite intervenir de forma temprana, apoyando el desarrollo emocional y promoviendo la resiliencia infantil.
Referencia:
- Heightened neural reactivity to threat in child victims of family violence. Link.
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