El mundo está experimentando un cambio demográfico sin precedentes: la tasa de fertilidad global sigue cayendo y, según un estudio publicado en The Lancet, el 97 % de los países no alcanzará el nivel necesario para sostener su población en el año 2100. Este fenómeno plantea profundas implicaciones sociales, económicas y geopolíticas que obligan a repensar el futuro del crecimiento poblacional en distintas regiones del planeta.
Un declive global que cambiará el rostro demográfico del planeta

Una investigación dirigida por el Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME) de la Universidad de Washington ha encendido las alarmas: para 2050, tres cuartas partes de los países del mundo tendrán tasas de fertilidad por debajo del umbral necesario para mantener su población estable. Ese umbral, fijado en 2,1 nacimientos por mujer, se considera el mínimo necesario para garantizar el reemplazo generacional en países desarrollados.
Según el estudio, la tasa de fertilidad global —que en 2021 se situó en 2,23 nacimientos por mujer— caerá a 1,68 en 2050 y continuará descendiendo hasta alcanzar 1,57 en 2100. Aunque estas cifras no difieren sustancialmente de las proyecciones de las Naciones Unidas, confirman una tendencia que podría redefinir las estructuras poblacionales, laborales y económicas a nivel mundial.
En la actualidad, países como Japón, Corea del Sur y la mayoría de Europa ya presentan tasas de natalidad por debajo del nivel de reemplazo, lo que anticipa futuros problemas de envejecimiento poblacional, escasez de mano de obra y presión sobre los sistemas de salud y pensiones. No obstante, este descenso no es uniforme en todo el mundo: mientras algunas regiones enfrentan una “implosión” demográfica, otras se preparan para un crecimiento explosivo.
Europa: epicentro del envejecimiento poblacional

Los países europeos destacan como los más afectados por el declive demográfico. En Europa Occidental, la tasa de fertilidad pasará de 1,53 en 2021 a 1,44 en 2050 y descenderá aún más a 1,37 en 2100. En Europa Central y del Este, la situación es aún más crítica. Se estima que países como Ucrania, Serbia, Macedonia del Norte y Bosnia y Herzegovina tendrán tasas inferiores a un nacimiento por mujer en 2100, un nivel sin precedentes en la historia moderna.
Este escenario ya se refleja en las proyecciones de la ONU, que prevé que Europa y América del Norte alcanzarán su pico poblacional hacia finales de la década de 2030. Desde la década de 1970, ambas regiones han tenido tasas de fertilidad consistentemente por debajo de los dos nacimientos por mujer, lo que ha motivado en algunos casos el impulso de políticas pro natalidad, muchas veces sin éxito.
En países como Italia, España y Andorra, se anticipan algunas de las tasas de natalidad más bajas del mundo en las próximas décadas. Esto, combinado con una mayor longevidad, provocará un aumento significativo en la proporción de personas mayores, afectando la productividad, la dinámica del mercado laboral y los sistemas de protección social.
Ventajas, desafíos y el surgimiento de una nueva geografía de la natalidad

Aunque una baja fertilidad suele asociarse con problemas estructurales, los expertos también destacan beneficios potenciales. Gitau Mburu, James Kiari y Pascale Allotey, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalaron que una menor tasa de nacimientos podría aliviar la presión sobre el medio ambiente, reducir el impacto del cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria y sanitaria. Sin embargo, también advirtieron sobre posibles efectos negativos en las pensiones, el empleo y el equilibrio geopolítico.
El profesor Stein Emil Vollset, autor principal del estudio, ofreció una perspectiva más positiva al describir el fenómeno de los problemas de fertilidad como “una historia de éxito”, impulsada por el acceso a la educación, la planificación familiar y una mayor participación femenina en el mercado laboral. De hecho, el descenso de la fertilidad puede entenderse como una señal de progreso social, no necesariamente como una crisis.
No obstante, el estudio resalta que este cambio no será homogéneo. Mientras que la mayoría de los países desarrollados enfrentarán una caída poblacional, África subsahariana se convertirá en el epicentro del crecimiento demográfico. Se estima que para 2100, uno de cada dos niños nacerá en esta región. En términos proporcionales, los nacimientos en países de bajos ingresos pasarán del 18 % en 2021 al 35 % en 2100.
Este giro demográfico implica un desafío monumental: muchos de estos países cuentan con recursos limitados, inestabilidad política, sistemas sanitarios débiles y condiciones climáticas adversas. La presión para atender a una población joven en rápido crecimiento será uno de los principales retos del próximo siglo.
El descenso de la fertilidad global redefine la forma en que pensamos sobre el crecimiento poblacional. Aunque ofrece oportunidades para un futuro más sostenible, también impone retos complejos que requieren respuestas coordinadas. Frente a este cambio social asombroso, el enfoque debe ser equilibrado: políticas informadas, respeto a los derechos reproductivos y una planificación estratégica que mire hacia el futuro sin caer en alarmismos ni regresiones.
Referencia:
- The Lancet/Global fertility in 204 countries and territories, 1950–2021, with forecasts to 2100: a comprehensive demographic analysis for the Global Burden of Disease Study 2021. Link.
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